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Sentir placer debería ser una experiencia natural, presente y disponible para todas las mujeres. Sin embargo, muchas encuentran dificultades reales a la hora de conectar con su cuerpo, con el deseo o con la experiencia placentera. Este bloqueo no siempre tiene una causa clara y suele estar cargado de confusión o incluso culpa.
Entender por qué cuesta sentir placer es el primer paso para liberar el cuerpo, la mente y las emociones. Existen razones físicas, emocionales, sociales y energéticas que pueden afectar profundamente la vivencia del placer femenino. Hablar de ello es necesario, urgente y liberador.
El silencio que rodea al placer femenino.
Durante generaciones, el placer femenino ha sido invisibilizado, reprimido o juzgado. Las mujeres crecieron con un mensaje implícito, el placer no es prioritario, o incluso, no es correcto. Este mensaje se instala en la mente y el cuerpo, generando bloqueos profundos que muchas veces operan de forma inconsciente.
El silencio, la vergüenza y la desinformación forman una tríada que impide que muchas mujeres conozcan su potencial sensorial. A esto se suman los modelos de sexualidad centrados en el otro, donde el goce femenino queda relegado o condicionado por el deseo ajeno.
Razones físicas que dificultan sentir placer.
El cuerpo femenino es un territorio complejo y maravilloso. Sin embargo, cuando hay tensiones, dolencias o desequilibrios, el placer se vuelve más lejano. Algunas condiciones físicas pueden afectar directamente la vivencia del placer, incluso sin que la mujer sea plenamente consciente de ello.
Entre las más frecuentes se encuentran.
- Tensiones musculares en el suelo pélvico o abdomen bajo.
- Desequilibrios hormonales (menopausia, posparto, síndrome premenstrual).
- Sequedad vaginal o dolor durante la penetración.
- Cicatrices por partos, cirugías o traumas físicos.
- Falta de circulación sanguínea en zonas erógenas.
Estas condiciones no son definitivas ni inamovibles. Con acompañamiento adecuado, consciencia corporal y autocuidado, muchas mujeres logran recuperar su sensibilidad y bienestar físico.
La carga emocional como inhibidor del placer.
El cuerpo y las emociones están íntimamente conectados. Si el cuerpo guarda memorias de dolor, culpa, miedo o exigencia, es muy probable que se bloquee frente a situaciones placenteras. Esto no significa que esté roto, sino que necesita otro ritmo, otra presencia y otra forma de ser abordado.
Algunas emociones que suelen bloquear el placer son.
- Culpa por desear o sentir.
- Miedo al juicio, al rechazo o a la intimidad.
- Vergüenza por el cuerpo o la expresión sexual.
- Tristeza no expresada.
- Autoexigencia o desconexión emocional.
El placer necesita espacio, calma y seguridad. No puede florecer en un entorno de tensión interna o presión externa.
¿Qué papel juega el sistema nervioso?
El sistema nervioso es el gran mediador entre cuerpo, emoción y experiencia. Si está en estado de alerta constante, es imposible que el cuerpo se relaje lo suficiente como para abrirse al placer. Muchas mujeres viven en modo supervivencia, sin tiempo para descansar, sin lugar para sentir.
Cuando el sistema nervioso está desregulado, el cuerpo se protege cerrándose. Esto afecta directamente a la líbido, la lubricación, la percepción sensorial y la disposición al contacto. Trabajar con técnicas que regulen este sistema es clave para que el placer vuelva a ser una posibilidad.
El placer no es solo sexual.
Otra razón por la cual muchas mujeres sienten que no experimentan placer es porque han reducido esta palabra a un momento específico, el encuentro sexual. Pero el placer va mucho más allá. Es una capacidad de conexión con la vida, con el cuerpo y con lo que nos rodea.
Placer es sentir la piel, el sol, el movimiento, la música, la risa. Es expandir la percepción a lo cotidiano y aprender a disfrutar sin meta ni exigencia. Cuando se amplía el concepto de placer, el cuerpo comienza a relajarse y a recuperar su capacidad de goce.
Creencias limitantes sobre el placer femenino.
Las ideas que sostenemos también influyen en nuestra experiencia corporal. Muchas mujeres han incorporado creencias limitantes que, sin saberlo, les impiden conectar con su deseo y su placer de forma libre y segura.
Algunas creencias comunes son.
- “El placer no es importante”.
- “Si disfruto demasiado, me juzgarán”.
- “Mi cuerpo no es suficiente”.
- “Solo hay una forma correcta de sentir”.
- “Tengo que complacer antes que sentir”.
Cuestionar estas ideas, darles voz y sustituirlas por nuevas narrativas más amables y reales, es parte fundamental del camino hacia una sexualidad femenina consciente.
¿Cómo comenzar a desbloquear el placer?
No existen fórmulas mágicas ni caminos lineales. Cada mujer tiene su ritmo, su historia y sus necesidades. Lo importante es iniciar desde el cuerpo, desde la escucha interna y desde una decisión amorosa de priorizar el bienestar y el goce.
Algunas acciones que pueden ayudarte.
- Practicar respiración consciente a diario.
- Explorar el cuerpo sin juicio, solo con curiosidad.
- Buscar espacios seguros para compartir lo que sientes.
- Iniciar un proceso terapéutico corporal o emocional.
- Participar en talleres que trabajen desde la energía femenina.
- Recordarte que el placer es un derecho, no una meta.
Acompañamiento colectivo para sanar la relación con el placer.
Muchas veces, el proceso de reconectar con el placer es más poderoso cuando se realiza en compañía. Los espacios donde las mujeres pueden compartir sus dudas, experiencias y sentires permiten romper el aislamiento y la vergüenza.
Los círculos de mujeres, los talleres vivenciales y los espacios terapéuticos grupales son una oportunidad de sanar a través del espejo de otras. Allí, el cuerpo es honrado, las emociones escuchadas y el placer validado como una experiencia natural.
La sexualidad femenina como camino de autoconocimiento.
Cuando el placer vuelve a ser parte de la vida, no solo mejora la experiencia sexual. También se transforma la autoestima, la creatividad, el vínculo con el cuerpo y la forma de relacionarnos con el mundo. La sexualidad femenina es una vía de autoconocimiento profundo, no solo un conjunto de actos.
Recuperar el derecho al placer es también recuperar la voz, el cuerpo, el deseo propio. Es tomar el control de una narrativa que ha sido escrita desde fuera y reescribirla con palabras propias, gestos reales y sensaciones auténticas.
Si te cuesta sentir placer, no estás sola. Muchas mujeres atraviesan esta experiencia por razones físicas, emocionales o sociales. No es una falla, es una llamada a reconectar. El cuerpo sabe, recuerda y desea, pero necesita un entorno que lo acompañe y lo escuche.
El placer femenino no está perdido, solo está dormido. Y despertar es posible cuando hay seguridad, consciencia y amor hacia una misma. Es hora de abrir espacio al goce, al deseo, a la vida desde el cuerpo. Es hora de volver a ti.