Trabajadores realizando mantenimiento de edificios en una fachada urbana

¿Qué incluye el mantenimiento de edificios y por qué no debes dejarlo pasar?

El mantenimiento de edificios es algo que muchas comunidades de vecinos suelen ignorar hasta que aparece un problema serio. Si todo parece estar bien, es común no prestarle atención a pequeños detalles. Pero con el tiempo, esos detalles pueden volverse costosos y difíciles de reparar.

Las fachadas se desgastan, los tejados sufren con la lluvia y el sol, y las tuberías se deterioran sin que nadie lo note. Cuando se deja pasar el tiempo, los arreglos son más complicados y pueden afectar a varios vecinos al mismo tiempo.

Por eso es importante actuar antes de que surjan daños graves. En este artículo te explicamos qué tareas incluye el mantenimiento, cómo se hace en zonas altas y por qué es clave para cuidar bien cualquier edificio.

Tipos de mantenimiento que necesita un edificio

No todos los edificios necesitan lo mismo, pero todos requieren cierto cuidado. Aquí te dejamos los tipos principales de mantenimiento:

  • Preventivo. Sirve para evitar problemas antes de que ocurran, como limpiezas o revisiones periódicas.
  • Correctivo. Se hace cuando ya hay una avería, como una gotera o una grieta.
  • Legal. Incluye las inspecciones que marca la ley, como la revisión de ascensores o la inspección técnica del edificio (ITE).

Por lo tanto, organizar bien estas tareas ayuda a mantener el edificio en buen estado y evita gastos más grandes en el futuro.

Mantenimiento en alturas para cuidar zonas difíciles

Hay partes del edificio que no se ven fácilmente y que también necesitan atención. Este es el caso de los tejados, canalones, patios interiores o fachadas altas. Para llegar hasta ahí, se utilizan técnicas de mantenimiento en alturas, también conocido como trabajos verticales.

Con este tipo de trabajo, los técnicos se cuelgan con cuerdas y arneses para revisar y reparar sin necesidad de andamios. Esto permite:

  • Llegar a lugares difíciles sin montar estructuras.
  • Trabajar de forma rápida y segura.
  • Reducir costes y molestias para los vecinos.

Además, todo se puede hacer sin cortar calles ni ocupar espacios comunes.

Reparación de fachada para evitar problemas mayores

Con el paso del tiempo, las fachadas se deterioran. Aparecen grietas, manchas de humedad o se cae el revestimiento. 

La reparación de fachada es clave para evitar problemas como filtraciones, pérdida de aislamiento o desprendimientos peligrosos. Algunos signos de que la fachada necesita reparación son:

  • Grietas visibles o zonas con pintura levantada.
  • Paredes mojadas en el interior.
  • Caída de trozos de material.
  • Pérdida de color o manchas negras por humedad.

Así que cuanto antes se actúe, menos costoso será el trabajo.

Sustitución de bajantes para evitar humedades y olores

Las bajantes son tuberías que llevan el agua usada o de lluvia desde los pisos hasta la red general. Cuando fallan, pueden provocar goteras, malos olores y manchas de humedad. Con el tiempo, estas tuberías se tapan o se agrietan. Por eso, la sustitución de bajantes es parte importante del mantenimiento de edificios. Si se hace a tiempo, se evitan:

  • Fugas que dañan paredes y techos.
  • Problemas entre vecinos por filtraciones.
  • Costes mayores si se rompe todo el sistema.

Por lo tanto, este trabajo se puede hacer desde el exterior con técnicas en altura, sin romper paredes interiores ni molestar a los residentes.

Impermeabilización para evitar filtraciones

El agua es una de las mayores causas de daño en los edificios. Si entra por la cubierta o las terrazas, puede causar humedad, moho y mal olor. Por eso, la impermeabilización es una tarea esencial del mantenimiento. Se puede aplicar en:

  • Azoteas.
  • Terrazas.
  • Fachadas expuestas a lluvia.
  • Uniones entre muros y tejados.

De tal manera que un buen trabajo de impermeabilización evita filtraciones y mantiene el edificio seco por muchos años.

¿Cada cuánto tiempo se debe hacer el mantenimiento?

No todos los edificios necesitan lo mismo, pero hay algunas recomendaciones generales que pueden ayudarte a organizarlo mejor:

  • Cada año. Revisar canalones, tejados y fachadas.
  • Cada 2 años. Limpiar bajantes y hacer pequeñas reparaciones.
  • Cada 5 años. Impermeabilizar cubiertas o pintar zonas exteriores.
  • Cada 10 años. Hacer una revisión completa del edificio.

Planificar con tiempo ayuda a repartir el gasto y a evitar sorpresas.

¿Por qué no esperar a que aparezca el problema?

Esperar a que algo se rompa para arreglarlo puede parecer más cómodo, pero a la larga es más caro. Una grieta pequeña hoy, puede ser una filtración grave mañana. Un tejado con una teja rota puede causar goteras que dañan todo el piso superior.

Aun así, hacer mantenimiento de edificios a tiempo es más barato y mucho más efectivo. Además, mejora la vida útil del inmueble y hace que vivir allí sea más cómodo y seguro para todos.

Cuidar un edificio es cuidar a quienes viven en él

Un edificio bien mantenido no solo se ve mejor. También dura más, funciona mejor y necesita menos reparaciones urgentes. Además, genera menos conflictos entre vecinos y mantiene el valor de cada vivienda.

Ya sea revisando la fachada, cambiando una bajante o limpiando un canalón, cada pequeño trabajo cuenta. Y si se hace con empresas profesionales que usan técnicas modernas, como los trabajos verticales, todo es más sencillo. No esperes a que algo se rompa. Planifica, revisa y cuida tu edificio con expertos. Además, como se merece.

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